Desde entonces le hemos ido haciendo cosas para ir mejorándolo, le pusimos otra caja de cambios, frenos delanteros (discos y pastillas), ajustar la dirección, frenos traseros en la entrada anterior, ahora le hemos reparado los inyectores poniendo toberas nuevas y ajuste de balancines.
Es un coche que me gusta, llevaba años andando con él de copiloto cuando íbamos al monte, ahora lo tengo yo con veintiséis años a sus espaldas y forma parte de nuestra colección de coches clásicos.
Soltamos los inyectores y los llevamos a reparar a un especialista.
Mi hijo que está más ágil que yo dentro del habitáculo del motor haciendo el reglaje.
Con una llave, un destornillador y unas galgas vamos poniendo todos a 0,35 milímetros en caliente.
Montamos todo y después de una prueba en carretera comprobamos que el motor iba más suave y mejor que antes. Aún nos quedan cosas para hacerle pero poco a poco.
Finalizado el trabajo llegamos a casa y la cocinera nos había preparado unas tartaletas de manzana para endulzarnos un poco ¡que ricas!
No nos aburrimos con los coches, siempre tenemos cosas que hacer y además a mi me gusta la mecánica tanto o más que el paseo con ellos.
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