13.11.17

EN UN DOMINGO DE OTOÑO 2017

Hacía ya un tiempo que no sacábamos el Austin Victoria para dar un paseo con él, hoy no llovía y aprovechamos la ocasión para rodarle un poco y a la vez disfrutar de los paisajes otoñales de los montes de Vitoria que están al borde de la carretera. Pudimos ver árboles con todos los tonos verdes incluso llegando al ocre, muy bonitos la verdad.

No hace falta hacer grandes distancias para pasarlo bien con estos coches, tampoco alcanzar grandes velocidades, se ven mejor las cosas yendo despacio y fijándote bien en ambos lados de la carretera, disfrutando de todo aquello que nos regala la naturaleza.


La conductora habitual de este coche, lleva ya unos años que no son pocos llevándome para disfrute de este coche, aún recuerdo la primera vez que bajó con él el puerto de Ribas de Tereso, o viaje a León, Camino de Santiago por la costa y muchos más. En un principio no le gustaba  cuando íbamos  a algún sitio y yo le decía, vamos con el Austin, ahora disfruta de estos viajes igual que yo, gracias por complacerme.

De Vitoria tomamos dirección, carretera de Estella.

Había montones de remolacha a orilla de la carretera en espera de ser transportadas para ser procesadas y convertidas en azúcar.


Llegamos al Puerto de Azázeta y aquí empezaron los distintos árboles cada uno con un tono diferente en sus hojas.







Llegamos a la cumbre del puerto.

Durante el descenso continuamos con similares vistas.



Llegamos al pueblo que da nombre al puerto.


Siempre mi fijo para el lugar que apunta la veleta, además de la veleta en si.

Paramos en la fuente, siempre está echando sus tres chorros de agua, incluso en un año de sequía como ha sido este.

Llenamos unas botellas.

Esperamos para que me comprasen otro capricho, un pan ecológico en esta ocasión con semillas.


Saque algunas fotos a aquello que alcanzaba la vista.
Por fin llegó el pan, que rico.


No me pude contener y esperar a la hora de la comida, fui pellizco a pellizco dando cuenta del pan.


Ascendemos de nuevo el puerto de Azázeta.



Llegando abajo ya se puede ver la llanada Alavesa.

Fin del puerto.


Que cosa tan simple nos ha hecho disfrutar de una mañana de un domingo cualquiera de otoño, no por más o menos sofisticados regalos, al igual que los viajes son mejores, algunas veces lo más simple es lo mejor.
Tampoco hace falta un gran coche, este con más de cuarenta años sigue cumpliendo, eso sí, sin apurarlo como viejo que es, no se le puede cambiar su ritmo. Que siga así por muchos años más.

Tiene arrugas, además de achaques; yo también no pasan los años sólo para unos, pasa para todos.

HAY QUE APROVECHAR LOS DÍAS DE BUEN TIEMPO.-

 Ayer y hoy ha hecho un tiempo esplendido,  yo estuve poniéndole al Opel Astra F unos bombines nuevos en los frenos traseros, en realidad so...